Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA

(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro



Comentario

Capítulo 44
Trata en este capítulo lo que determinaron de hazer el rrey Axayaca y el rrey de Tlatelulco, Moquihuix, en destruir el uno al otro, todo por niñería, rrazones de ellos; y es comienço de la guerra con ellos

Abiendo entendido los mexicanos y su rrey Axayaca las liuiandades de las tlatelulcas mugeres, dixo Axayaca: "Hazed a dos o a tres mançebos que estén en espía de los tiangues y mercados, como se desonrran las unas mugeres de las otras, y hazerlas callar, y entender bien de ellas las palabras que rrefieren, porque no pueden dexar de tocar y tratar algo del pecho y boluntad de sus maridos o padres o hermanos, espeçialmente de su rrey". Y casi al mismo tenor de esto susçedió con el rrey de Tlatelulco y sus basallos y mugeres. Y fueron tres mançebos mexicanos al tiangues de Tlatelulco a beer y gozar del tiangues sobre abiso, y estando en él, las mugeres conosçieron ser de Tenuchtitlan e començáronles a desonrrar, y el uno de los mexicanos: "Dexaldas y callad, que están en sus casas y tierras y tiangues". Rreplicaron a esto dos o tres yndios [54r] mançebos tlatelulcanos, dixeron a los mexicanos: "¿Qué queréis en nra tierra bosotros? ¿Benís a bender algo o benís a bender buestras cabeças o tripas o cuerpos? ¿Qué queréis en nro tiangues?" Y a todo esto los mexicanos a callar. Dixo otro tlatelulcano: "Mas que nunca rrespondan, que antes de muchos días emos de tiñir su sangre de ellos nro templo a nro dios, que, enfín, aquí abéis de rreconosçer señorío y amos uros, que ya pocos días os gozaréis y las rrentas tenéis, que todo será nro y de nro pueblo, Tlatelulco. ¡Pobres de bosotros, mexicanos!" Y con esto que les susçedió a los mançebos mexicanos con los tlatelulcanos, contaron al rrey Axayaca. Y a Tlacaeleltzin, su conçexero rreal [?], y enbióle su mensajero luego biniese a palaçio, hera cosa de ymportançia. Luego bino al palaçio el Çihuacoatl Tlacaeleltzin. Contólo Axayaca de la manera que los tlatelulcas se sayaban sobre un peñasco y sobre un grueso tablón y que a pedradas, con hondas, los hazían pedaços: Y con baras tostadas (tlatzontectli) pasan las rrodelas de xuncos (otlatl), que hasta los patos bolantes los pasan de claro en claro con minacachales. Y con esto y con otras cosas les dize a sus basallos Moquihuixtli y les dize: "Pues esto sujetáis, no son bolantes los mexicanos como estas abes. Por estas causas y rrazones están tan soberuios contra nosotros". Admiróse de oyr las cosas de los tlatelulcas el Çiguacoatl Tlacaeleltzin, dixo: "Cosas brauas y admiraderas son estas y no son sufrideras". Dixo Axayaca: "Pues estáis presente, que no os a llamado ni lleuado el tiempo, la noche, el ayre, sois en este mundo, y lo mucho abéis hecho y començado y acabado, en buestra mano está el orden y lo que será del rremedio dello". Rrespondió Tlacaeleltzin, díxole: "Hijo y señor mío, bos sois señor de Mexco Tenuchtitlan y sus balerosos pueblos. No bargante a esto, señoreáis las mares del çielo y las costas y estrañas nasçiones de gentes brauas y domésticas y animales los domáis y traéis al buestro mando. Agora, señor, esforçaos, cobrad grande ánimo, pues estáis por escudo y amparo desta rrepública mexicana y de todo este rreyno, que aquí no os podéis esibir ni esconder, bos primero, como tal caudillo y patrón desta defemsa, abéis de animar; que nosotros, como uros padres, abuelos y parientes, acudiremos a todo con todas nuestras fuerças. Y para esto, se haga sauer luego a los señores de Tacuba, Cuyuacan, Suchimilco, Culhuacan, Cuitlabaca, Mizquic, Chalco, Aculnahuac, Tezcuco y los demás señores que están sujetos a esta corona de Mexico Tenuchtitlan. Y esto no pedimos cosa alguna ni tanpoco hagamos nouedad o algún desconçierto, sino sólo, si algún día se quisieren atreuer, que acudamos a nro rremedio y aun ofender, a nra propia patria y nasçión, pues sin causa alguna nos quieren ofender, que no digan estos señores que hemos echo con los propios nros hermanos y parientes nuestros. Lo otro, en muchas y diuersas partes, lugares de los pueblos que están a la rredonda de esta corte mexicana bienen diziendo que por las manos, puxança y balentía de los tlatelulcas somos temidos y por ellos balemos y somos nombrados mexicanos tenuchcas por ellos. [54v] Por estas causas y rrazones prouoca a no abisar a nadie, porque no tiendan es así, como ello se jatan, que si el poder y fortaleza de los mexicanos tenuchcas fallesçieren en manos de los tlatelulcas, ya nosotros estamos castigados con nra locura, y señorío por ellos adquerida será a nro daño, y si por ellos, ellos se ternán el castigo, pues lo yntenta con falsedad y engaño". Rrespondió el rrey Axayaca, dixo: "Señor y padre Çihuacoatl, prençipal y señor, espantado estoy lo mucho que an padesçido y lastado tan a su costa los mexicanos por aber adquerido y ganado tanta rreputaçión, onrra y fama y rriquezas, señoríos, sujeçión de basallos. Sea esta la manera que boz propio les habléis a los balerosos capitanes, soldados balientes, conquistadores, a Tlacateccatl y a Tlacochcalcatl, Cuauhnochtli, Tlilancalqui, Ticocyahuacatl, Ezhuahuacatl, Acolnahuacatl, Huitznahuatlaytotlac, Tezcacoacatl, Tocuiltecatl y a todos los demás balerosos soldados biexos y balientes, cuachicme y otomis conquistadores, pues solo abéis quedado de los antiguos balerosos señores y capitanes fueron, que ya los escondió y cobixó la tierra y fueron a parar a donde están descansando, que no sabemos como están en consuelo y contento, con descanso, en el ymfierno, como lo están agora uros hermanos los rreyes Ytzcoatl y Tlacateccatl Monteçuma y loz que murieron la bez primera de la conquista de Chalco, los señores Tlacahuepan y Cuatlecoatl y Chahuacuec y Quetzalcuauhtzin, estos tales pasaron de esta bida, ya se quitaron de estos cuidados y trauajos y están descansando en el descanso del ynfierno, lugar tan deleitoso agradable, apasible, de descanso, en donde no ay casa de nadie conosçida, sino todo de perpetua alegría, que es lugar y asiento del sol. Y pues esto entendéis y beis, señor, que bos y en persona ura tomamos exemplo y miramos para en adelante lo benidero, mediante ura guía, diçiplina, castigo, rreprehensión, como tales hijos buestros somos". Rresulto con esto, se tró su palaçio Axayaca y fuese Çihuatlailotlteuctli Tlacaeleltzin y llamó en el rreal palaçio a todos los grandes prençipales arriba declarados, sin faltar nenguno de ellos, y estando todos juntos les propone lo siguiente: "Abéis de sauer, hijos y señores, hermanos nros, preçiados prençipales, todos los que estáis aquí ayuntados, como ya estaréis terado dello todos, qué es lo que yntentan, qué es la determinaçión, qué pensamientos tienen estos de nra parçialidad y patria tlatelulcas, qué sintieron, dixeron nros padres, abuelos, atepasados de esta nra patria y naçión, conosçiendo el yntento y pecho de ellos en mudarse de nosotros y hazer cabeça de por sí, sustrayéndose de su mesma patria y naçión, y sobre todo hazerse mayores y querer someter a su mando a su propia cabeça y señor, padre y madre, Mexico Tenuchtitlam, lleuarlo a Tlatelulco, y esto con derramamiento [55r] de nra sangre. ¿Esta es cosa de çufrir sin yrle a la mano? Nros antepasados hizieron expiriençia, hizieron ensayos con muestras de las que agora éstos yntentan contra nosotros a fin de matarnos con traiçión y alçarse con este ymperio, atreuiéndose con la puxança de su gente y çiudad. Pues quieros dezir, señores y hermanos y hijos, que aun no soy yo muerto, que biuo soy, y como personalmente e ydo a las conquistas y guerras de gentes estrañas y naçiones diferentes, que, aunque biexo, no me falta el ardimiento del ánimo, que a donde bosotros, señores, muriéredes, moriré yo, pues e puesto a pueblos de lo alto abaxo y de más balor y bellicosa gente que esta de nros pobres hermanos, aunque agora enemigos".